Momentos más que monumentos

En estas vacaciones lo he vuelto a comprobar, prefiero los momentos que los monumentos. He visitado tres ciudades increibles, Viena, Praga y Berlín. Sería difícil decir cual de ellas es la más bonita, ya que las tres están llenas de edificios majestuosos y lugares con encanto. Probablemente me será imposible con el paso del tiempo recordar todas las iglesias y edificios que he visitado o los nombres de quienes los construyeron o los mandaron construir. Probablemente no seré capaz de recordar los nombres de muchos de los puentes que he cruzado o de muchas de las calles que he paseado o de las plazas en las que he disfrutado de un café mientras leía la guía que me explicaba los acontecimientos historicos que en ellas se vivieron. Sin embargo, lo que si recordaré serán los momentos increibles que es estos días he vivido, recordaré olores, sabores, sonidos, sensaciones. Recordaré el sabor de la tarta Mozart en aquel café de Viena o el concierto de música clásica en el parque del ayuntamiento de Viena, recordaré el vino blanco frío tumbado en una hamaca a la orilla del río en la isla de los museos de Berlín, recordaré el café desde lo alto de la colina divisando la belleza de Praga con la bruma de primera hora de la mañana. Estos y otros muchos son momentos de este viaje que sin duda nunca se borrarán de mi memoria…